Cuerpos silentes, ausentes, discentes e indulgentes.
Cuerpos que se anuncian con riesgo hacia la muerte,
en un mundo gélido en medio de la gente.
Cuerpos que aglutinan, obsesivamente, el deseo
que emana, en el encuentro fugaz y ardiente...
Un cuerpo pide un toque, el otro le responde;
un cuerpo que se siente, el otro que no miente;
un cuerpo que se elonga, el otro se somete;
un cuerpo que no grita, el otro que desprende
el llanto enardecido locuaz y penitente...
Un cuerpo que se anuncia en medio de la gente
un cuerpo que responde a leyes displicentes,
un cuerpo que obedece y encarcelado tiene
su forma de expresarse a riesgo de perderse
en medio de la noche en medio de la gente.
Un cuerpo que sonríe y llora de repente,
un cuerpo hecho de barro; ¡cuerpo concupiscente!
cuerpo pecador... revela lo que siente.
un cuerpo magullado, marchito y doliente.
Un cuerpo que en la gloria sonríe hacia la gente
y en medio de penumbras esconde lo que siente.
Un cuerpo flagelado, golpeado de repente,
castiga con bravura si los pecados tiene
en medio de la noche, murmullos inminentes,
marismas que se inundan con llantos disidentes.
Un cuerpo que se torna esbelto, grande y fuerte,
rutinas matutinas en medio de la gente,
se prepara ágil, mordaz y mortecino,
son grandes vanidades, pensamiento irreflexivo.
Pensar no le acontece en medio de la gente,
es un acto que marca al cuerpo
es un acto que transgrede.
Pensar es desespero de un cuerpo que cada vez muere.
Pensar no es otra cosa que un cuerpo que no duerme...
Un cuerpo enseña a otros y otros cuerpos le obedecen
y el sexo ¡¿qué importa?! si un cuerpo es el que lee.
John Jairo Echavarría Cañas
Imagen tomada de: https://entrevueltasdetuerca.wordpress.com/2013/04/02/preposiciones-entre-cuerpos/
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